viernes, 2 de noviembre de 2012

NUESTROS INTELECTUALES DE " AYER " ( III ). Victor A vila (colectivo).

de Colectivo Nacional, el El Martes, 30 de octubre de 2012 a la(s) 5:43 ·
JORGE ABELARDO RAMOS Y EL 17 DE OCTUBRE... Hemos hablado de las divergencias sobre la guerra. Veamos ahora el surgimiento del peronismo. ¿Dónde lo toma a Usted el 17 de octubre de 1945? El 17 yo estaba en el centro y ya conocía todos los hechos y circunstancias de la jornada anterior, que había sido el día en que la CGT se reunió para decidir qué hacer frente al encierro de Perón. En realidad, cua
ndo la CGT se reunió la gente ya había empezado a salir en la provincia de Buenos Aires y en Tucumán, donde se producía la movilización de los ingenios. Caudno la gente, el 17, se moviliza a Plaza de Mayo, yo estaba en la Avenida de Mayo, observando ese espectáculo tan colorido, esa algarabía: Llegaban en todos los medios de transporte, dentro de ómnibus y tranvías, en camiones. Llegaban trepados al techo de los tranvías, corriendo el riesgo de quedar fulminados en los cables. Había un aspecto festivo que predominaba en la jornada, acentuado por los gorritos improvisados con pañuelos anudados en las puntas, las camisas sueltas y desabrochadas para aliviar el calor. Yo observaba el rostro estupefacto de la gente bien vestida ante ese gentío que llegaba desbordando las diagonales. La concentración en la Plaza se prolongó hasta tarde: Perón apareció en el balcón cerca de la medianoche y el espectáculo era fantasmagórico: la gente había hecho antorchas con los diarios; la plaza parecía incendidada, llena de humo. Era algo impresionante. Cuando empezó la desconcentración, después de las 12, caminé por la Avenida, pisando los cristales destruidos del edificio de La Prensa, en busca de alguien con quien comentar los acontecimientos. En Corrientes y Paraná, en un bar que creo que se llamaba La Casa de Troya, me encontré con Raurich y nos unimos con un grupo de trotskistas y trotskoides. ¿Se sentía, se intuía que se estaba viviendo un día-bisagra, un cambio en la situación política? Juzgue usted mismo. Raurich, rodeado de ese grupo que lo admiraba (estaba Antonio Gallo, claro) tan pronto nos sentamos, soltó un dictamen. Dijo: “Acabamos de presenciar la manifestación de la barbarie política del proletariado, así como el gobierno es la manifestación de la barbarie de las clases poseedoras”. Raurich miraba la movilización desde arriba… Miraba el mundo desde arriba, con cierto desagrado. Su trotskismo era selectivo; tomaba de Trotsky particularmente la crítica al stalinismo y desde allí se deslizaba hacia la hostilidad a la Unión Soviética. Por esa vía llegó al anticomunismo…Pero esa noche el centro no estaba puesto en Rusia, sino en la movilización de la clase trabajadora en defensa de un coronel. Por supuesto, en ese ámbito, el único que le respondió a Raurich fui yo. Le dije que ese comentario revelaba su incomprensión sobre la clase obrarera verdadera. El bolchevismo, le dije, también era la manifestación de un pueblo que era bárbaro, y así lo reflejaba en sus fórmulas simples y a menudo simplificadoras, sumadas a la dureza de sus métodos, por oposición a la mayor sofisticación de los mencheviques. Y allí comenzamos una larguísima disquisición, en muchos momentos áspera, que aterrorizaba a los discípulos de Raurich pero no a él, claro, que como buen intelectual puro encontraba placer en una discusión nueva, desenmohecida y estaba encantada de hacer esgrima frente al desparpajo de un joven irreverente: yo tenía 24 años y él era un hombre maduro y sereno, un pensador admirado. Raurich estaba un poco sorprendido de escuchar lo que yo decía que a él seguramente le parecía una extravagancia, es decir, quedaba perplejo ante una defensa del coronel nacionalista y de la movilización obrera hecha en lenguaje articulado y sostenido con argumentos y citas de los grandes maestros. Estuvimos en ese café hasta las cinco de la mañana, mientras los otros se ibran despidiendo, y terminamos la discusión a las 7, en una lechería. Nunca más volvimos a conversar. El siguió un curso bastante triste en su actuación política: invitó a todos sus amigos a sumarse al Partido Socialista porque, decía, era el único partido desde el que se podía luchar contra el peronismo. Así, ese príncipe filosófico del trotskismo terminó ocupado en dotar de argumentos antiperonistas a los Ghioldi y los Repetto, expresión menor de la socialdemocracia imperialista. Una pena. Raurich era un verdadero intelectual, un tipo inteligente y culto, lector y erudito en Hegel. Un pensador que, sin embargo, escribió poco y nada…

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