NUESTROS INTELECTUALES "DE AYER " ( I ). RAUL SCALABRINI ORTIZ.Victor Avila (colectivo).
de Colectivo Nacional, el El Martes, 30 de octubre de 2012 a la(s) 5:27 ·
Raúl Scalabrini Ortiz"Es
increíble y hasta admirable el poder de persuaden y de ejecución de
nuestra oligarquía. En el mes de octubre de 1945, el coronel Perón fue
destituido y encarcelado. El país azorado se enteraba de que el asesor
de la formación del nuevo gabinete era el doctor Federico Pinedo,
personaje a quien no puede calificarse sino con la ignominia de su
propio nombre. El Ministerio de Obras Públicas había sido ofrecido al
ingeniero Atanasio Iturbe, director de los Ferrocarriles británicos, que
optó por esconderse detrás de un personero. El Ministerio de Hacienda
sería ocupado por el doctor Alberto Hueyo, gestor del Banco Central y
presidente de la Cade, entidad financiera que tiene una capacidad de
corrupción de muchos kilovatios."La oligarquía vitalizada reflorecía en
todos los resquicios de la vida argentina. Los judas disfrazados de
caballeros asomaban sus fisonomías blanduzcas de hongos de antesala y
extendían sus manos pringadas de avaricia y de falsía. Todo parecía
perdido y terminado. Los hombres adictos al coronel Perón estaban presos
o fugitivos. El pueblo permanecía quieto en una resignación sin brío,
muy semejante a una agonía."Con la resonancia de un anatema sacudía mi
memoria el recurso de las frases con que hace muchos años nos
estigmatizó al escritor Kasimir Edschmidt. "Nada es durable en este
continente, había escrito. Cuando tienen dictaduras, quieren
democracias. Cuando tienen democracia, buscan dictaduras. Los pueblos
trabajan para imponerse un orden, articularse, organizarse y
configurarse, pero, en definitiva, vuelven a combatir. No pueden
soportar a nadie sobre ellos. Si hubieran tenido un Cristo o un
Napoleón, lo hubieran aniquilado"."Pasaban los días y la inacción
aletargada y sin sobresaltos parecía justificar a los escépticos de
siempre. El desaliento húmedo y rastrero caía sobre nosotros como un
ahogo de pesadilla. Los incrédulos se jactaban de su acierto. Ellos
habían dicho que la política de apoyo al humilde estaba destinada al
fracaso, porque nuestro pueblo era de suyo cicatero, desagradecido y
rutinario. La inconmovible confianza en las fuerzas espirituales del
pueblo de mi tierra que me había sostenido en todo el transcurso de mi
vida, se disgregaba ante el rudo empellón de la realidad."Pensaba con
honda tristeza en esas cosas en esa tarde del 17 de octubre de 1945. El
sol caía a plomo cuando las primeras columnas de obreros comenzaron a
llegar. Venían con su traje de fajina, porque acudían directamente de
sus fábricas y talleres. No era esa muchedumbre un poco envarada que los
domingos invade los parques de diversiones con hábito de burgués
barato. Frente a mis ojos desfilaban rostros atezados, brazos membrudos,
torsos fornidos, con las greñas al aire y las vestiduras escasas
cubiertas de pingües, de restos de breas, grasas y aceites. Llegaban
cantando y vociferando, unidos en la impetración de un solo nombre:
Perón. Era la muchedumbre más heteróclita que la imaginación puede
concebir."Los rastros de sus orígenes se traslucían en sus fisonomías.
El descendiente de meridionales europeos, iba junto al rubio de trazos
nórdicos y el trigueño de pelo duro en que la sangre de un indio lejano
sobrevivía aún. El río cuando crece bajo el empuje del sudeste disgrega
su enorme masa de agua en finos hilos fluidos que van cubriendo los
bajidos y cilancos con meandros improvisados sobre la arena en una
acción tan minúscula que es ridícula y desdeñable para el no avezado que
ignora que es el anticipo de la inundación. Así avanzaba aquella
muchedumbre en hilos de entusiasmos que arribaban por la Avenida de
Mayo, por Balcarce, por la Diagonal."Un pujante palpitar sacudía la
entraña de la ciudad. Un hálito áspero crecía en densas vaharadas,
mientras las multitudes continuaban llegando. Venían de las usinas de
Puerto Nuevo, de los talleres de la Chacarita y Villa Crespo, de las
manufacturas de San Martín y Vicente López, de las fundiciones y acerías
del Riachuelo, de las hilanderías de Barracas. Brotaban de los
pantanos de Gerli y Avellaneda o descendían de las Lomas de Zamora.
Hermanados en el mismo grito y en la misma fe iban el peón de campo de
Cañuelas y el tornero de precisión, el fundidor mecánico de
automóviles, la hilandera y el peón. Era el subsuelo de la patria
sublevado. Era el cimiento básico de la Nación que asomaba, como asoman
las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción del terremoto. Era
el substrato de nueva idiosincrasia y de nuestras posibilidades
colectivas allí presente en su primordialidad sin reatos y sin
disimulos. Era el de nadie y el sin nada en una multiplicidad casi
infinita de gamas y matices humanos, aglutinados por el mismo
estremecimiento y el mismo impulso, sostenidos por una misma verdad que
una sola palabra traducía: Perón."(En Hechos e Ideas, febrero 1946.)
"No os dejéis arrastrar a la catástrofe. Si os empujan, sublevaos. Muramos por la libertad de la Patria y no al servicio de los patrones extranjeros". -El Estado brota de abajo, de la muchedumbre, y es casi una redención, una creación del pueblo solidario. (Raul Scalabrini Ortiz)
"No os dejéis arrastrar a la catástrofe. Si os empujan, sublevaos. Muramos por la libertad de la Patria y no al servicio de los patrones extranjeros". -El Estado brota de abajo, de la muchedumbre, y es casi una redención, una creación del pueblo solidario. (Raul Scalabrini Ortiz)
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